29 abr 2011

" Por el Camino de El Cielo" Presentación del libro en el C.I.E.

   El día 24 de agosto de 2010, en emotiva ceremonia llevada a cabo en el teatro del Centro Interpretativo Ecológico teniendo como marco la hermosa vista panóramica de la reserva de la biósfera El Cielo, se presentó el libro Por el camino de El Cielo ( Reseña historiográfica de la Villa de Gómez Farías )que forma parte de la Colección del Bicentenario, ediciones basadas en  temas históricos,de las ciudades y villas de Tamaulipas que dan a conocer datos sobre hechos, personas y lugares de nuestro estado en relación con las grandes gestas heróicas vividas en nuestro país   Este evento, presentación de libro y concierto de música mexicana llevado a cabo en el C.I.E ,forma parte  de los festejos de Bicentenario y Centenario de la independencia de México y  la Revolución Mexicana
  La presentación  estuvo a cargo de la Maestra Libertad García Cabriales presidenta de la Comisión de festejos del Bicentenario en Tamaulipas,participando además como presentadores también el Ing. Jean L.Lacaille director del C.I.E.el doctor y poeta mantense Carlos Acosta y la cronista M.Antonieta Villalón.,autora del libro,Ante la presencia del Sr. Presidente municipal M.V.Z.Francisco López Reyes y distinguidas personalidades del medio educativo,maestros y alumnos de preparatoria y secundaria, Religiosas del Colegio Mante A.C.El profesor Abelardo cronista de Nuevo Morelos, representando la asociación de Cronistas del Estado.
La presentación consistió en lectura y comentarios de algunos pasajes de la historia contenidos en el libro, la semblanza de la autora hecha por el poeta ,todo esto alternado con   la participación de  los músicos que con su saxofón , teclado y la maravillosa  voz del tenor ,interpretaron piezas de música mexicana para deleite de los asistentes que a través de la música viajamos por el tiempo desde  la independencia de México, la época porfiriana pasando por la Revolución Mexicana , hasta nuestros días sin faltar nuestro tradicional huapango. Asistieron también al evento personas  de Gómez Farías y algunos visitantes de Nueva Morelos Ocampo Llera, Mante y Xicotencatl.Todos los presentes disfrutaron con gran deleite el concierto ofrecido por el grupo musical Las Tres Aguilas .

   Por el Camino de El Cielo  es una reseña históriográfica, la primera que se realiza como una crónica de la historia del pueblo de Gómez Farías a través  200 años rectificando a la vez  datos existentes sobre ubicación y fechas,cotejados los datos en actas de archivo municipal y archivo del estado de Tamaulipas.

   Esta obra registra también la historia geológica de esta región sus orígenes y los primeros asentamientos humanos,Deja además una constancia de lo que sucedió en este municipio en momentos importantes de la historia nacional como la lucha por la Independencia y la Revolución ,acontecimientos en los que participaron muchos valientes  tamaulipecos .
El propósito de esta reseña es dar a conocer, difundir entre la gente del pueblo, este registro de datos rescatados y recopilados para mantener vivas las tradiciones y construir la memoria histórica que es pilar de la identidad cultural.

Palabras del poeta Carlos Acosta en la presentación:


Tu tierra no es donde naces, si no donde quieres morir, dice un añejo refrán.

Y quizá más aun: mi tierra es –así como se escucha– la que ahora están besando las plantas de mis pies.

Porque la tierra es nuestra y nosotros, a su vez, le pertenecemos, en cualquier sitio y circunstancia en que los dioses nos concedan respirar. Y aun después.

De este modo, el hecho de que María Antonieta Villalón, haya visto la luz primera en Santiago, en el vecino estado de Nuevo León, no impide, en lo mínimo, que le crezca en su interior un amor entrañable por la Poza Azul, Alta Cima, la Boca Toma; que atesore en sus entrañas, ya como parte de sí, tradiciones e historia de Janambres u Olocnoques.

Ella vino a esta Magnolia Tamaulipeca, hoy Gómez Farías, inducida por amor. A la par con su esposo, construyó una casa, creó un jardín, plantó algunos árboles, procreó cinco hijos. Se acercó a la gente, se mimetizó entre la gente, es decir, decidió ser parte de este paisaje.

Y encontró aquí, muy cerca de esta sierra, de ochocientos millones de años de vida, un espacio para estar y reflexionar, para ser mujer y vivir.

Encontró un solar, un tramo de tierra, un puñado de sueños que como los ríos, Frío, Sabinas y Guayalejo, nacen en la entraña de la sierra y se esparcen en lo azul de la llanura.

Es tal su apego a esta porción de tierra huasteca, tanta su entrega a lo crucial de su gesta, a la hondura de sus raíces, que llegado el tiempo, es nombrada Cronista de Gómez Farias.

Ser cronista, ya se sabe, es una distinción y, a la vez, un compromiso. Porque se le dice al cronista: haz crónica, cuenta lo que pasa. Y ellos –ella, en este caso– se preguntan: y quién sabe qué es lo que pasa, quién nos puede traducir toda esa sucesión de amores e incongruencias, de nubes y precipicios que es la historia del ser humano. Quién.

Y luego de ser y soñar, de mirar de lejos el verdor del horizonte y temprano, cada tarde, despedir al sol, un día –un buen día, pienso ahora– María Antonieta se puso a escribir un libro.

Escribió palabras y creencias de personas que, desde tiempo inmemorial –honor a los ancestros– habitan esta tierra. Escarbó en los recuerdos de la gente, entre la tierra desbalagada de la añoranza. Se puso a transcribir lo que dicen las estrellas –que por cierto aquí están casi al alcance de la mano–, lo que murmura la niebla, lo que cuentan las laderas escoltadas por abismos.

Porque escribir, dice la Cronista, es algo así como nunca morir. Y yo, se lo creo.

Echó mano pues, de toda acuciosidad, de noches y días –enteros y por partes– de ardua investigación. Se adentró en una tarea hemerográfica por demás intensa. Visitó a los ancianos del pueblo, conversó con ellos. Revivió, de algún modo, ese tesoro olvidado que es la tradición oral.

Y siguió escribiendo. Y ya que escribir significa, como se dijo antes, pervivir, un halo, que todos creyeron de neblina, le rodeaba, cuando en medio del silencio de la noche, al amparo de la soledad, escribía.

Ahora, en este ahora que en breve será recuerdo, hemos llegado al día especial. Tenemos el libro en las manos. Cómo definirlo: ¿Un legajo de sueños encuadernados? ¿Un desfile de historias conformando a su vez el gran desfile de la Historia? Quizás, pero lo cierto es que lo podemos ver, palpar, oler. Por el camino del cielo, es el título.

Abramos el libro. Caminemos pues por esa vereda de letras y fotografías, de historias y tradiciones. No nos sorprenda si a la vuelta de una página se nos aparece un oso, un leopardo, un mapache; si nos asustara una estampida de jabalíes.

No nos asombre si a la vera de la vereda nos saluda una orquídea, un tulipán; nos acompañe el arrullo de una raya de agua todavía cristalina; nos diga adiós un huerto de mangos, una nopalera; nos dé la bienvenida un neblinoso pinar.

Luego, si seguimos atentos la lectura, veremos cómo, entre humedad decembrina y bajas temperaturas ambientales, siluetas de pisones y pames, imágenes de pioneros fundadores de La Joya de San José o fantasmas de luchadores revolucionarios, se mueven entre las letras.

Y entonces uno tiende a reconciliarse con el mundo. Uno puede ver los ojos de la autora asomando entre los renglones, percibir su voz que nos habla desde la garganta de los vivos y los muertos. Uno descubre a una mujer que lucha –alegría memoriosa de por medio–contra esa terrible epidemia de este marrullero siglo veintiuno, que es el olvido.

Es bueno que se escriban libros como éste, me digo en el silencio de mi habitación, allá en Ciudad Mante, cuando terminó de leerlo. Y entonces, me viene la sensación de que no todo, a pesar de la evidencia inequívoca de un tiempo y un país en desastre, no todo está perdido.

Gracias María Antonieta.

Muchas gracias.






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